OPINIÓN: Repensar la crisis del COVID-19

Esta pandemia ha trastocado en casi todos los aspectos la vida como la conocemos
Esta pandemia ha trastocado en casi todos los aspectos la vida como la conocemos
La crisis sanitaria.Esta pandemia ha trastocado en casi todos los aspectos la vida como la conocemos
Cuartoscuro
autor
Kevin Zapata Celestino
Analista político y candidato a doctor en Política Social en la Universidad de Edimburgo
2020-05-07 |20:14 Hrs.Actualización20:14 Hrs.

No cabe duda que la crisis del COVID-19 ha trastocado en casi todos los aspectos la vida como la conocemos; sin embargo, el malestar ocasionado por la cuarentena decretada por el gobierno va más allá del mero aislamiento social. Las medidas decretadas para evitar la propagación del virus han puesto en evidencia grandes desigualdades e injusticias sociales dentro de nuestro país.  

En primer lugar, la cuarentena ha demostrado que seguir las recomendaciones más básicas de salubridad y distanciamiento social, resultan un privilegio que muchos no pueden darse. Como bien señala Clare Wenham de la London School of Economics, pedirles a las personas que laven sus manos por veinte segundos, se aíslen en sus hogares, y tomen distancia del resto de los individuos resulta fútil, si la población en cuestión no tiene acceso a agua, no tiene vivienda, o se encuentra en situación de hacinamiento.

Además, si consideramos que, según el INEGI, en México cerca del 57 por ciento de la población económicamente activa pertenece al sector informal, entonces hablamos de casi 31 millones de personas que viven al margen de la seguridad social y cuya sustentabilidad económica depende de su actividad diaria, por lo que dejar o no de trabajar significa para la gran mayoría de ellos una disyuntiva de vida o muerte.

En segundo lugar, la crisis ha demostrado una vez más que el espacio doméstico puede ser extremadamente peligroso para grupos vulnerables, especialmente para las mujeres, y prueba de ello es el incremento sustancial de los casos de violencia intrafamiliar en toda la república. Tan solo en las grandes metrópolis, apenas se decretaron las medidas de sana distancia, las secretarias estatales de seguridad pública han registrado aumentos importantes en los reportes de violencia familiar, cuando la mayoría de los delitos han mostrado un comportamiento contrario.

La crisis ha disparado las solicitudes de albergue en refugios para mujeres, y es que lamentablemente para muchas de ellas la “sana distancia” ha implicado confinarse con sus agresores bajo el mismo techo, poniéndolas en un peligroso bucle de violencia física y psicológica. Lo mismo sucede con personas de la tercera edad y con capacidades diferentes, quienes, ante la insuficiencia de servicios provistos por el Estado, se repliegan al único espacio que les recibe, aun y cuando potencialmente, esto signifique poner en riesgo su integridad.

En tercer lugar, la cuarentena ha visibilizado una de las grandes deudas de los hombres con respecto a las mujeres: la tarea de cuidados domésticos, la cual recae casi exclusivamente sobre sus hombros, generando dobles jornadas de trabajo. Con el mercado laboral duramente afectado por la crisis, muchos varones han sido testigos por primera vez del importante trabajo no remunerado que realizan las féminas.

Hay que recordar que, de acuerdo con Oxfam México, las mujeres realizan tres cuartas partes del trabajo de cuidados, y cuyo valor representaría al menos 24 por ciento del producto interno bruto del país. Lo anterior se traduce en trabajo extra que escapa, no solo del reconocimiento social, sino de los esquemas actuales de seguridad y protección social.

En cuarto lugar, la imposibilidad de mandar a los niños y jóvenes a la escuela ha puesto en evidencia la dolora brecha digital que deben enfrentar tanto alumnos como profesores para poder seguir con sus clases. La decisión de la SEP de seguir con la educación a través de medios digitales, ha demostrado la desconexión propia de las autoridades para reconocer la asimetría en el acceso a internet (entre otros medios) de los hogares.

De acuerdo al INEGI, aproximadamente uno de cada dos hogares no cuenta con acceso a internet. Así mismo, señala que el principal problema que tienen los internautas mexicanos es la lentitud de la trasferencia de la información. Bajo estas condiciones, resulta ingenuo pensar que proseguir con las clases en línea, no tendrán un efecto contrario al deseado, incrementando aún más la brecha en el conocimiento.

Finalmente, la crisis ha revalidado al lugar de la ciencia dentro de la sociedad, en especial, cuando el mundo entero busca desesperadamente nuevos métodos para tratar con la pandemia. Doctores, investigadores y científicos se alzan como los nuevos héroes que en base a la aplicación e innovación del conocimiento están salvando vidas, y que inusitadamente, han hecho que en estos tiempos de incertidumbre la imploración al cielo (y a los gobiernos) sea una mayor promoción a la ciencia.

Ante esta situación, nuestro gobierno incumple la Ley de Ciencia y Tecnología, que dicta que se debe destinar el 1 por ciento del PIB a este rubro, apenas dedicando 0.4 por ciento. Es por esto, que resulta imprescindible que, ante la invitación abierta de discutir el anteproyecto de la nueva Ley General de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, quede clara la importancia de que la ciencia no carezca de la base presupuestal necesaria para detonar el desarrollo en México.

La crisis definitivamente tendrá un impacto importante en el futuro del país, sin embargo, es ahora cuando debemos repensar aquello que debe cambiar para bien de nuestra sociedad.