¿Infiltrados, provocadores o revolucionarios? Los actores del 68

Este 2 de octubre se conmemoran 50 años de la matanza de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas
Este 2 de octubre se conmemoran 50 años de la matanza de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas
¿Infiltrados?Este 2 de octubre se conmemoran 50 años de la matanza de Tlatelolco en la Plaza de las Tres Culturas
Antonieta Carrasco
Alejandra Ramírez
2018-10-02 |13:44 Hrs.Actualización14:22 Hrs.
NOTA EDITORIAL

Nación321 quiere conocer y dar a conocer qué piensan los jóvenes en México. Con este fin abrimos NUEVAS IDEAS, un espacio para que escriban sus puntos de vista sobre la realidad que vive nuestro país y su historia. El tema de hoy es el 2 de octubre de 1968. La responsabilidad sobre esta información es exclusivamente del autor.

En septiembre de 1978 se publicó en Proceso un artículo titulado ¿Dónde están ahora los líderes del movimiento? en el que se hace mención –a diez años de la masacre en Tlatelolco- que Áyax Segura Garrido, representante de la Escuela Normal Rural, y Sócrates Amado Campos Lemus, representante de Economía del Instituto Politécnico Nacional, fueron ‘’denunciantes’’ del movimiento estudiantil y posibles infiltrados del gobierno.  

En el caso de Segura Garrido se especulaba que era un provocador y agente policiaco. Una consideración que no resulta mínima pues se ha señalado, por varias fuentes, que instancias gubernamentales como la Dirección Federal de Seguridad, bajo la dirección del entonces capitán Fernando Gutiérrez Barrios. Contaba con informantes al interior del Consejo Nacional de Huelga (CNH).

Según Raúl Jardón, quien también fue participante e integrante del CNH, la Secretaría de Gobernación entregó al Archivo General de la Nación los informes que elaboraron los jefes de dicha instancia sobre el movimiento, dirigidos al titular de Gobernación, Luis Echeverría, y al presidente, Gustavo Díaz Ordaz. 

Tales informes, que tuvieron apertura en 2002, amplían la visión de algunos sucesos concernientes a la organización estudiantil, los cuales cuentan con registros que van desde el 23 de Julio hasta el 13 de diciembre del 69. 

En ellos se incluyen reportes detallados sobre mítines, manifestaciones, asambleas y acciones de diverso tipo. Es por ello que se asume, desde el ojo del autor, la presencia de agentes infiltrados en el movimiento y sobre todo en el CNH.

¿Quiénes eran los infiltrados?

A mitad de una reunión, el 30 de agosto de 1968, el presidente de debates de la plenaria, Luis Tomás Cabeza de Vaca, se levantó de su lugar y, sin más, dio la vuelta a la asamblea. Con sorpresa, los consejeros descubrieron que Cabeza de Vaca tenía colgada en la cintura, por detrás, una pistola. Un "¡Ah!" surgió del grupo. El aludido entonces se llevó la mano a la pistola y lanzó un discurso de esta realeza: 

"¡No se asusten compañeros! Hablé con mi mamá en Los Mochis y me dijo 'Hijito si van a pelear en serio, ¡peleen! No se anden con mariconerías'. Y me mandó dos pistolas y cinco rifles y me dijo: 'Ahí te mando esto para que se defiendan'.

Este pasaje es recuperado de los testimonios de Guevara Niebla, quien fue representante de la Facultad de Ciencias en el Consejo Nacional de Huelga. En su texto La libertad nunca se olvida (2004), brinda espacio a detalles que repercutieron en la organización, en compañía de otros militantes. 

Se trata de uno de los tantos testimonios que se tienen actualmente como parte de la escena de hace medio siglo. Es un referente que ahonda en la posibilidad de las infiltraciones en el movimiento, ya sea por las actitudes y acciones de algunos de sus compañeros en circunstancias determinadas que en aquel entonces le parecieron ‘’sospechosas’’.

Según el exdirigente, "el movimiento estudiantil, como todos los movimientos sociales de las dos décadas anteriores en México, era objeto de infiltraciones y provocaciones por parte de la policía. Los provocadores que denunciaba el rector Javier Barros Sierra eran reales y no ficticios, como pensábamos equivocadamente muchos militantes de izquierda".

Sin embargo, discernir entre los posibles infiltrados, los provocadores o los revolucionarios, fue y es un asunto que no se ha expuesto con claridad dadas las condiciones en que se iba gestando la lucha, las etapas y las rupturas que se vivieron, además de la óptica personal y los hechos posteriores que salieron a luz. No obstante, para personajes como Guevara Niebla, las decisiones de algunos dirigentes en momentos cruciales pusieron en jaque su participación dentro de la revuelta.

Por ejemplo, un giro notable, aparte del citado, fue cuando Sócrates Amado Campos Lemus Hernández Zarate, Sóstenes Torrecillas, Nazar, Alanis y Áyax Segura Garrido (todos estudiantes e integrantes del CNH) votaron, junto a la extrema izquierda (entre ellos Cabeza de Vaca), en contra del acuerdo de responder a los telefonemas de Gobernación y contactar a los funcionarios de esa secretaría para una negociación del pliego petitorio, pese a que varios tenían vínculos con el PRI y círculos oficiales. Así mismo, las acciones por parte de Sócrates Campos Lemus en la movilización del 27 de agosto, cuando transgredió los acuerdos del CNH sobre manifestaciones pacíficascondujeron a que el 29 de agosto la asamblea del CNH acordara que no volvería a participar en ningún acto público organizado por el Consejo. Las acciones de dicho personaje se interpretaron como un complot al movimiento y una provocación a la represión.

Varios fueron los acometidos que pusieron en tela de juicio las posturas de algunos líderes estudiantiles e insertaron la duda sobre su papel en el movimiento, ya sea propio o externo. 

En ese sentido, Guevara Niebla estima que dichos sucesos forman parte de las violencias que se fueron internando en las decisiones del CNH y la organización en general. En otro de sus textos expresa que ‘’junto a los radicales se alinearon agentes encubiertos, policías y militares infiltrados en el seno del CNH con el fin de socavar el movimiento, desprestigiarlo, dividirlo, exhibirlo como un foco ilegal, agresivo, comunista, y sobre todo, llevarlo a desbordar los marcos de la legalidad, debilitarlo ante la opinión pública y crear las condiciones para liquidarlo’’.

¿Qué se ha dicho al respecto?

En algunos escritos se reconoce a Lemus Campos como un delator del movimiento, puesto que tres días después de la matanza en Tlatelolco realizó declaraciones en el Campo Militar Uno, donde colaboró con la identificación de varios de sus compañeros presos. 

Pese a ello, respondió en ciertas entrevistas que no realizó trabajos de enlace con el gobierno durante los meses de lucha. Posteriormente, en 2012, se publicó en el periódico La Jornada una entrevista realizada a Nazar Haro, quien formó parte de corporaciones como el Servicio Secreto en 1940 y la Dirección Federal de Seguridad en 1960, donde llego a ser director.

Ahí señaló que Amado Lemus, después de que cayó en la cárcel, se reclutó para la DFS, y confirmó que Áyax Segura Garrido era un agente infiltrado que trabajaba para ellos. Logró insertarse en la CNH y pasó información acerca del paradero de Tomás Cervantes Cabeza de Vaca. Éste último también se ha considerado como infiltrado, además de Sóstenes Torrecillas.

Estas apreciaciones se reforzaron cuando Salvador del Toro Rosales, del Ministerio Público de la Procuraduría General de la República (PGR), reconoció ante la FEMOSPP que la Dirección Federal de Seguridad infiltró agentes para reventar el movimiento.

Recientemente, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), anunció que se hará pública la información del Archivo General de la Nación sobre el movimiento estudiantil y la masacre del 2 de octubre de 1968. A 50 años de los hechos, las cifras precisas de la represión siguen incógnitas y las vetas de análisis sobre algunos acontecimientos quedan abiertas.