Fernando Dworak: ¿Para qué sirve realmente una iniciativa?

Xóchitl Gálvez se le señala de plagios textuales en sus propuestas legislativas
Xóchitl Gálvez se le señala de plagios textuales en sus propuestas legislativas
Ahora en el Congreso.Xóchitl Gálvez se le señala de plagios textuales en sus propuestas legislativas
Cuartoscuro
autor
Fernando Dworak
Analista y consultor político
2023-10-12 |07:00 Hrs.Actualización07:00 Hrs.


Ayer, el portal Emeequis publicó una nota titulada Xóchitl Gálvez: párrafos “prestados” en sus propuestas legislativas, según el cual la senadora incurrió en plagios textuales en al menos tres de sus iniciativas, incluyendo párrafos textuales o similares a las de artículos y páginas de internet informativas ya publicadas. 

Sin lugar a duda, es un tema preocupante, especialmente en el marco del escándalo por incurrir en plagio en su trabajo de titulación. Pero si queremos mantener centrada la discusión en cuestiones realmente relevantes, sería indispensable saber qué tanto cuidado se le da a una iniciativa, pensando en las posibilidades de que se concrete en una reforma. De lo contrario, podemos perder mucho tiempo y recursos hurgando en las bases de datos del Congreso.

Una iniciativa es una propuesta que se presenta al pleno de alguna de las cámaras, para modificar el marco normativo, sea a través de reformar, derogar o incluir artículos en leyes ya existentes o crear otras. Tienen la facultad de presentarla el Poder Ejecutivo, personas legisladoras, legislaturas locales y particulares a través de la figura de la iniciativa ciudadana.

Al contrario de la creencia común, no existe tal cosa como la “sobreproducción legislativa”, toda vez que la gran mayoría de las iniciativas no se presentan con el objetivo de ser aprobadas. De hecho, las propuestas que mayores posibilidades suelen tener de tener éxito son las que presenta el ejecutivo. Además de la existencia de mayorías que puedan ayudar, y el hecho de que la ciudadanía vota por un programa de gobierno, hay una razón importante: el gobierno tiene la estructura burocrática que permite que se presenten propuestas técnicamente sólidas.

¿Qué pasa con las que presentan las personas legisladoras? Hay algunas que tienen esa característica, sea porque hay un trabajo previo de análisis, se presenten con el apoyo de grupos de interés, sean lucrativos a través del cabildeo o no lucrativos a través de ejercicios de incidencia, o en algunos casos porque la persona promovente sí tiene un expertise claro en el tema. Sin embargo, hablamos de una pequeña minoría de propuestas no solo en el Congreso de la Unión, sino en todos los órganos legislativos del mundo.

Si no tienen posibilidades de ser aprobadas y no existe la “sobreproducción legislativa”, ¿por qué presentar iniciativas? Porque tienen un valor táctico: ayudan a posicionar un tema, sirven para presentar una alternativa ante otra iniciativa similar o porque son un instrumento de rendición de cuentas ante los distritos. Hace ya muchos años un diputado me comentó, con mucha razón, que para él eran los boletines de prensa para sus distritos. Es decir, ayudan a la labor legislativa, aunque sean enviadas a la “congeladora”.

Bajo la premisa anterior, la mayoría de las iniciativas no tienen la solidez técnica que se esperaría, y en realidad no tendrían por qué tenerla. De hecho, hay de vez en cuando investigaciones que demuestran que la mayoría de las propuestas son de hecho plagios de otras anteriores, toman textos de otros artículos sin citar o incluso llega a haber plagios de iniciativas de otros países. ¿Es grave? Si entendemos la verdadera función de ese tipo de iniciativas y su frío destino, no. ¿Qué podría hacer un observatorio que analice la calidad del órgano legislativo? Revisar las iniciativas que llegan a ser dictaminadas, o presionar por la dictaminación de aquellas que, habiéndose presentado, se consideren relevantes.

Volviendo a las iniciativas de la senadora Gálvez, esas fallas muestran la relevancia que les dio, o la calidad de su equipo de asesores para hacer buenos documentos. ¿Se le puede atribuir una intención de plagio directa? No, pues para empezar no redactó esos textos. Sin embargo, si tenía claras sus ambiciones políticas, definitivamente es responsable de no haber cuidado ese detalle, pues todo termina por ser usado con fines políticos, sea o no relevante.