Nick Reiner, hijo del reconocido director Rob Reiner y de la productora Michele Singer Reiner, pasó en cuestión de meses de aparecer en una alfombra roja de Hollywood a convertirse en el principal acusado del asesinato de sus propios padres, un caso que ha conmocionado a la industria cinematográfica estadounidense.
Reiner, de 32 años, fue detenido el domingo por la noche, horas después de que los cuerpos de Rob Reiner y Michele Singer Reiner fueran encontrados sin vida en su residencia de Brentwood, en el oeste de Los Ángeles. El martes, la Fiscalía del Condado de Los Ángeles le imputó dos cargos de asesinato en primer grado, delitos que contemplan como pena máxima la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional o la pena de muerte.
Hasta el momento de su detención, Nick Reiner permanecía bajo el radar público, pese a formar parte de una de las familias más influyentes de Hollywood. En septiembre pasado, fue visto junto a sus padres y hermanos durante el estreno en Los Ángeles de “Spinal Tap II”, la más reciente comedia dirigida por su padre.
En esa fotografía familiar, Reiner aparece serio, sin sonreír, una imagen que hoy ha sido retomada como uno de los últimos registros públicos antes del crimen.
Una discusión horas antes del hallazgo
De acuerdo con información de la Policía de Los Ángeles y fuentes cercanas a la familia, Nick Reiner convivió con sus padres la noche previa a que se descubrieran los cuerpos. Los tres asistieron a una fiesta navideña en la casa del comediante Conan O’Brien, donde testigos señalaron que padre e hijo sostuvieron una discusión.
Un asistente al evento relató que Rob Reiner recriminó a su hijo por su comportamiento, aunque no se ha precisado el motivo del altercado ni si existe una relación directa entre ese episodio y los asesinatos. Otro invitado describió a Nick Reiner como ansioso e incómodo durante la reunión.
Las autoridades no han detallado públicamente cómo murieron las víctimas ni los elementos que llevaron a señalar a su hijo como presunto responsable. Tras su arresto, Reiner fue ingresado a prisión sin derecho a fianza.
Una batalla pública contra la adicción
Más allá de su apellido, Nick Reiner había hablado abiertamente durante años sobre su lucha contra las adicciones, una problemática que marcó su relación con sus padres. Inició su consumo de drogas a los 15 años y fue internado en múltiples ocasiones en centros de rehabilitación. En entrevistas y podcasts, narró episodios de recaídas, estallidos de violencia y periodos en los que llegó a quedarse sin hogar.
En un episodio de 2018 del podcast “Dopey”, relató uno de sus momentos más críticos:
“Simplemente pensé: ‘¿Sabes qué? Quiero irme a casa’, así que me mantuve sobrio el tiempo suficiente para poder volver, y luego sí, volví a casa y consumí”.
En ese mismo espacio, describió un episodio de furia tras permanecer aislado en la casa de invitados de sus padres:
“Me descontrolé totalmente con estimulantes, creo que era cocaína y algo más, estuve despierto durante días, y empecé a golpear distintas cosas en la casa de invitados”.
“Creo que empecé con el televisor y luego fui a la lámpara y después… todo en la casa de invitados quedó destrozado”.
Otro testimonio sobre su estado emocional quedó registrado en una entrevista de 2018:
“Estaba tan perdido que no sabía nada de mí mismo ni del mundo”.
Una historia llevada al cine
La compleja relación entre Nick Reiner y su familia incluso fue trasladada a la pantalla grande. En 2015, Nick coescribió la película “Being Charlie”, dirigida por su padre y estrenada en 2016, un drama inspirado libremente en sus experiencias con la adicción.
Durante la promoción del filme, padre e hijo ofrecieron entrevistas conjuntas. Nick afirmó entonces que su pasado había moldeado su identidad:
“Eso me convirtió en quien soy ahora, tener que lidiar con esas cosas”.



