Las autoridades federales de Estados Unidos, encabezadas por el presidente Donald Trump, sostienen un momento de alta tensión con la comunidad inmigrante que vive en ese país.
Y es que el pasado fin de semana la administración de Trump ordenó un despliegue extraordinario de la Guardia Nacional para enfrentar a los manifestantes que salieron a las calles de Los Ángeles para protestar por la detención de inmigrantes.
Las calles de la extensa ciudad de cerca de 4 millones de personas estaban tranquilas este lunes por la mañana, pero el olor a humo flotaba en el aire, un día después de que las multitudes bloquearan una autopista principal y prendieran fuego a autos autónomos mientras la policía respondía con gas lacrimógeno, balas de goma y granadas aturdidoras.
La presencia policial era fuerte, con coches de policía bloqueando la calle frente a la instalación de detención federal que fue el foco de las protestas.
Muchos manifestantes se dispersaron al caer la noche y la policía declaró una asamblea ilegal, un precursor para intervenir y detener a quienes se negaban a irse. Algunos de los que se quedaron arrojaron objetos a la policía desde detrás de una barrera improvisada.
Otros lanzaron trozos de concreto, piedras, patinetas eléctricas y fuegos artificiales a los efectivos de la Patrulla de Carreteras de California y sus vehículos estacionados en la autopista 101 en dirección sur cerrada. Los agentes corrieron bajo un paso elevado para cubrirse en un momento.
La situación es compleja ante una escalada de hartazgo y reacción por parte de la comunidad inmigrante de la zona por las múltiples redadas ordenadas por Trump que les han arrebatado la frágil paz en la que solían vivir.
En respuesta a las protestas, el republicano ha sido crudo y contundente: “SI ESCUPEN, LES PEGAREMOS, y les prometo que les pegaremos más fuerte que nunca. ¡Tal falta de respeto no será tolerada!“, dijo este lunes por la tarde.
Pero este clima de encono lleva a cuestionarse desde cuándo las autoridades de Estados Unidos han impulsado una agenda antiinmigrante que ha conducido —progresivamente— a una persecución y criminalización constantes contra la población migrante en ese país.
En Nación321 hacemos un repaso por la historia y recordamos los momentos clave de las últimas tres décadas en las que se han robustecido las agendas políticas y legislativas contra los migrantes.
DE 1996 A LA CRIMINALIZACIÓN CON TRUMP
CLINTON
Desde la Ley de 1996, Estados Unidos ha mantenido un marco legal muy restrictivo y punitivo hacia la migración.
Aunque es cierto que algunos gobiernos han intentado alivianarlo (como Obama con el DACA o Biden con protecciones temporales), la estructura legal de criminalización, deportación rápida y persecución han incrementado gradual y constantemente con el paso de los presidentes.
En 1996, la gestión de Bill Clinton implementó la Ley de Reforma Migratoria Ilegal y Responsabilidad del Inmigrante (IIRIRA), que fue un parteaguas en la legislación vigente sobre temas migratorios.
Esta estrategia aumentó las deportaciones y redujo las protecciones legales para migrantes. En este año se comenzó a criminalizar la inmigración indocumentada de forma más agresiva.
Añadió las figuras legales para sancionar con mayor vigor a inmigrantes que cometieran delitos en territorio estadounidense bajo la excusa de mejorar el control fronterizo y regular la aplicación de leyes al interior del país; además, se amplió el catálogo de delitos por los que indocumentados eran deportados.
La ley estableció la expulsión expedita, permitiendo deportaciones rápidas, sin audiencia ante un juez, además impuso barras de reingreso: si alguien permanecía en el país ilegalmente más de 180 días o un año, se le prohibía regresar por tres o 10 años, respectivamente.
Esta ley marcó un giro punitivo en la política migratoria: más vigilancia, con menos protecciones legales para facilitar las deportaciones.
BUSH
Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 que tuvieron como objetivos las torres gemelas del World Trade Center en Nueva York, el Pentágono en Washington D.C. y Shanksville, Pensilvania, la presidencia de George Bush tomó cartas en el asunto para responder no solo bélicamente contra Al-Qaeda, sino con medidas preventivas para reforzar la seguridad del país.
Entonces se intensificó el control fronterizo con el argumento de atender la seguridad nacional.
En esta etapa se creó el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y el ICE (Immigration and Customs Enforcement).
Este último órgano es clave en la actualidad, pues es el ‘brazo operador’ de Trump para llevar a la realidad su agresivo programa antiinmigrante.
Apenas el pasado 2 de junio, el subjefe de despacho de la Casa Blanca, Stephen Miller, el principal impulsor de la política de inmigración en el gobierno de Trump, dijo que la administración se fijó un objetivo de 3 mil arrestos diarios por parte del ICE... y que el número podría aumentar.
Por su parte, Todd Lyons, director interino ICE, dijo que la agencia estaba promediando alrededor de mil 600 arrestos por día.
Señaló que pueden y harán más. Eso marca un aumento respecto a los datos anteriores de arrestos del ICE, que mostraron que la agencia detuvo a 78 mil 155 personas entre el 20 de enero y el 19 de mayo, un promedio de 656 arrestos por día.
Con Bush, se intensificaron las redadas en lugares de trabajo, se implementaron bases de datos biométricas y se cruzaron datos entre agencias para lograr ubicar con mayor eficacia a las personas en situación de movilidad.
Uno de los puntos claves de esta era —que en realidad revolucionó el trato hacia los extranjeros— fue que la inmigración pasó a ser vista como una amenaza a la seguridad nacional, no solo como un asunto económico o social.
En 2006, se implementó la Secure Fence Act (Ley del Muro Seguro), que autorizó más de mil kilómetros de muro fronterizo entre Estados Unidos y México. Además hubo un aumento de tecnología de vigilancia (drones, sensores, cámaras térmicas) para la contención migratoria.
OBAMA
Con un ‘perfil bajo’ en cuanto a la mediatización de su agenda contra inmigrantes, el demócrata Barack Obama terminó su gestión con el sobrenombre de ‘Deportador en Jefe’.
Luego de dos periodos en la Casa Blanca, Obama ‘logró’ un récord de 2 millones, 656 mil 585 personas deportadas de Estados Unidos entre enero de 2009 y septiembre de 2016, más que cualquier otro presidente en los últimos 30 años.
El tema migratorio fue una constante en las administraciones del demócrata, que lo mismo anunciaba protección de migrantes o la deportación masiva de estos bajo el argumento de “respetar la ley”.
Si bien impulsó proyectos como el DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) que protegía de la deportación a jóvenes inmigrantes que llegaron a Estados Unidos en su infancia (conocidos como ‘dreamers’), logró expulsar a casi 3 millones de migrantes, un récord para su tiempo.
Obama usó las leyes de 1996 como escudo para explicar la deportación masiva con la que fue conocido al final de sus mandatos, entre un complejo camino legislativo para reformar la constitución para ‘humanizar’ los procesos para la salida de inmigrantes.
TRUMP
En su primer mandato en 2017, Donald Trump no guardó su política contra inmigrantes y tan pronto llegó a la Casa Blanca, se implementaron políticas de “tolerancia cero”, separación de familias, restricciones de asilo, veto migratorio a países musulmanes, y reducción drástica del número de refugiados aceptados.
Trump activó una férrea estrategia de separación de familias en la frontera que dejó imágenes de niños detenidos en jaulas, una situación que dio la vuelta al mundo y desató un tsunami de indignación global por el trato inhumano.
También impulsó la reducción drástica del número de personas refugiadas y asilados en Estados Unidos, el magnate también dio comienzo al veto migratorio a países musulmanes (Muslim Ban) y canceló el DACA (aunque luego fue parcialmente restituido por la Corte Suprema).
Echó mano de un uso más constante y agresivo del ICE, así como la ampliación de tribunales migratorios exprés, con la intención de agilizar las deportaciones en masa.
Casi sin restricciones, pasó de las promesas al avance en la construcción del muro fronterizo que, además, prometió que pagaría el gobierno de México, en ese entonces encabezado por el priista Enrique Peña Nieto, lo que tensó la relación bilateral.
BIDEN
La primera y única administración de Joe Biden se caracterizó por una moderación en el discurso antiinmigrante, aunque sin cambios profundos en la estrategia nacional de expulsión y persecución de personas.
Esta etapa estuvo marcada por el cese a la construcción del muro fronterizo con México, la anulación del veto musulmán, se buscó ampliar el DACA, aunque no se logró su legislación permanente, mientras que aumentó el número de refugiados tolerados por la administración.
Pero no todo fue ‘miel sobre hojuelas’, pues mantuvo el Título 42 por casi dos años (una política de expulsión rápida por motivos de salud pública implementada durante la pandemia por el COVID-19), se reforzó el uso de tecnología y vigilancia en la frontera.
Biden tuvo un trato más ‘amable’, con los inmigrantes, al menos en el discurso, sin embargo, las políticas estructurales punitivas heredadas desde 1996 continuaron vigentes y prácticamente sin modificaciones en su gestión.
TRUMP, PARTE II
La situación actual con Trump, a cinco meses de regresar al cargo es compleja, con un escenario convulso por las medidas adoptadas y por la polarización de las leyes y visión que tiene contra la población migrante.
Luego de las protestas y enfrentamientos que citamos al inicio de esta nota, Trump aseveró que la ciudad de Los Ángeles habría sido “completamente destruida” si no hubiera desplegado la Guardia.
Por si el tema no fuese suficientemente complejo, funcionarios de California amagaron este lunes con presentar una denuncia contra Donald Trump en respuesta al despliegue extraordinario de la Guardia Nacional.
El fiscal general Rob Bonta afirmó que el despliegue “pisoteó” la soberanía del estado. Planeaba buscar una orden judicial que declare que el uso de la Guardia por parte de Trump fue ilegal y solicitar una orden de restricción para detener el despliegue.
En tanto, las protestas de migrantes continúan, ahora en Texas y el presidente de Estados Unidos, ya mandó blindar Los Ángeles con elementos de a Guardia Nacional y de la Marina. No sabemos en qué pare este capítulo pero estaremos aquí para informarte.
