En punto de las 4:30 de la tarde, hora del Vaticano, los cardenales caminaron hacia la Capilla Sixtina en una procesión solemne, entonando la Letanía de los Santos y el himno latino Veni Creator, implorando a los santos y al Espíritu Santo que les ayuden a elegir un Papa.
Una vez allí, los cardenales han prometido mantener el secreto sobre lo que está a punto de suceder y no permitir “ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención” de personas ajenas que influya en su votación.
Después, un veterano cardenal ofrecerá una meditación. El maestro de ceremonias litúrgicas papales, el arzobispo Diego Ravelli, pronunciará la frase en latín “extra omnes”, o “todos fuera”. Quienes no tienen derecho a voto se retirarán entonces y las puertas de la capilla se cerrarán para que empiece el trabajo.
Los cardenales, procedentes de 70 países, estarán aislados del mundo exterior, entregarán sus celulares y se bloqueará la cobertura alrededor del Vaticano para evitar que puedan comunicarse hasta que encuentren un nuevo líder.
Los cardenales no tienen que realizar una primera votación el miércoles, aunque suele hacerse. Suponiendo que no haya acuerdo, el Vaticano dijo que podría esperarse que el humo negro salga de la chimenea instalada sobre la Capilla Sixtina alrededor de las siete de la tarde, hora del Vaticano.
Los cardenales se retirarán a descansar y regresarán el jueves por la mañana. Puede haber hasta dos votaciones en la mañana y otras dos en la tarde hasta que se elija al nuevo sucesor de San Pedro y de la chimenea salga el conocido humo blanco.