Las lluvias torrenciales que en los últimos días devastaron regiones de Hidalgo, Puebla, Querétaro y Veracruz revivieron el temor a las grandes inundaciones que han golpeado al país a lo largo de su historia.
En esta ocasión, fueron más de 60 horas de lluvia continua las que provocaron el desbordamiento de ríos, deslaves y daños incalculables.
Las autoridades federales confirmaron al menos 64 personas muertas y decenas de desaparecidas, mientras cientos de comunidades permanecen incomunicadas.
“No se esperaba que fuera de esta magnitud. No había ninguna condición científica, meteorológica, que pudiera indicarnos que la lluvia iba a ser de esta magnitud”, reconoció la presidenta Claudia Sheinbaum, coincidiendo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua) que aseguró que México ha vivido este año “lluvias atípicas”:
La Secretaría de Marina explicó que el temporal fue consecuencia de una combinación inusual de sistemas: las tormentas tropicales Priscilla y Octavio, un frente frío, un frente cálido, una zona de baja presión en el Golfo de México y el huracán Raymond.
El 8 de octubre fue el día más crítico, con precipitaciones récord en Veracruz y Puebla.
LOS DESASTRES QUE MARCARON AL PAÍS
León, Guanajuato (1926): la ciudad arrasada mientras dormía
En la madrugada del 2 de junio de 1926, la ciudad de León vivió una de las tragedias más estremecedoras de su historia. Una tormenta torrencial provocó el desbordamiento del río de Los Gómez y del arroyo del Muerto, que convirtieron las calles en torrentes imparables.
El agua arrasó con viviendas, puentes y edificios completos, mientras la mayoría de los habitantes dormía.
Las cifras nunca fueron precisas, pero se calcula que entre 2,000 y 3 mil personas murieron en pocas horas. La ciudad quedó sumida en el caos, cubierta de lodo y cadáveres.
Aquella catástrofe evidenció la falta de planeación hidráulica en una ciudad asentada sobre una planicie sin desagües naturales, lo que la hacía especialmente vulnerable a este tipo de desbordamientos.
Oaxaca bajo el agua
Sin duda alguna, una de las catástrofes naturales más lamentables en la historia del estado fue la inundación de 1944, ocasionada por un huracán que tocó tierra en Veracruz y provocó lluvias torrenciales que desbordaron el río Papaloapan.
Zonas como Tuxtepec quedaron sepultadas bajo metros de agua. Al bajar el nivel, cientos de cuerpos fueron encontrados entre los escombros y el lodo.
Las imágenes de la época muestran viviendas colapsadas, calles convertidas en canales y familias enteras que lo perdieron todo. Aquella tragedia marcó a generaciones y puso en evidencia la vulnerabilidad del Papaloapan, que volvería a desbordarse en varias ocasiones en las décadas siguientes.

Décadas más tarde, entre el 21 y el 25 de agosto de 2010, Oaxaca volvió a revivir el desastre. El Huracán Frank, de Categoría 1, provocó precipitaciones torrenciales que dejaron al menos cinco muertos, 75 municipios afectados y decenas de comunidades incomunicadas.
Los ríos se desbordaron, los caminos quedaron destruidos y las clases se suspendieron durante días. Dos niños cayeron al vacío cuando se desgajó el borde de un barranco, mientras que dos hombres murieron sepultados bajo el derrumbe de un cerro. Otro falleció ahogado.
Tabasco (2007): el estado que se convirtió en laguna
En octubre de 2007, Tabasco vivió una de las peores tragedias naturales del México contemporáneo. Las lluvias incesantes, combinadas con el desfogue de la presa Peñitas, provocaron el desbordamiento de los ríos Grijalva y Carrizal. En cuestión de días, el 80 % del territorio tabasqueño quedó bajo el agua.
Más de un millón de personas resultaron afectadas, 72 mil fueron evacuadas y miles perdieron sus viviendas. Villahermosa, la capital, se convirtió en una ciudad fantasma rodeada de agua.
Las imágenes de familias sobre los techos de sus casas esperando rescate dieron la vuelta al mundo. La reconstrucción tardó meses y los daños se calcularon en más de 3 mil millones de dólares. El desastre dejó una lección amarga sobre la falta de control en los ríos y la ocupación de zonas de alto riesgo.
Peña Nieto y las tormentas Ingrid y Manuel (2013): dos costas devastadas
Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, México enfrentó uno de los episodios más catastróficos en su historia reciente.
En septiembre de 2013, las tormentas Ingrid y Manuel golpearon simultáneamente el Golfo de México y el Pacífico, algo inédito en más de medio siglo. Las lluvias torrenciales afectaron a 22 estados y dejaron un saldo de 130 muertos, 68 desaparecidos y medio millón de damnificados.

Guerrero fue el estado más afectado. En la comunidad de La Pintada, un alud de tierra sepultó decenas de viviendas y a buena parte de sus habitantes.
Las pérdidas económicas superaron los 75 mil millones de pesos, y el propio Peña Nieto declaró que “en México ha llovido más que en los últimos 58 años”. El desastre obligó a desplegar 8 mil militares y 867 toneladas de ayuda, pero también evidenció la precariedad en la prevención de desastres naturales.
Acapulco y el huracán Otis (2023): la furia del cambio climático
El 25 de octubre de 2023, el huracán Otis tocó tierra en Acapulco, Guerrero, como un fenómeno sin precedentes. Pasó en menos de 12 horas de Tormenta Tropical a Huracán Categoría 5, con vientos de 315 kilómetros por hora, y arrasó todo a su paso. La infraestructura turística colapsó: hoteles, carreteras, hospitales y viviendas fueron destruidos.
El saldo fue devastador: al menos 52 muertos, más de 30 desaparecidos y daños materiales por más de 16 mil millones de dólares.
Cerca de 270 mil viviendas resultaron afectadas, y el puerto quedó incomunicado durante días. Las imágenes de un Acapulco irreconocible dieron la vuelta al mundo y mostraron los efectos de la intensificación de los ciclones por el cambio climático.
La reconstrucción continúa, y esos fenómenos naturales siguen siendo un recordatorio de lo impredecible que puede ser la naturaleza en la era del calentamiento global.