La escena parecía salida de una película de terror: la mañana del 5 de septiembre, vecinos de la avenida La Salle, en la ciudad de Durango, observaron horrorizados cómo de las alcantarillas comenzó a brotar un líquido espeso y rojo.
Era sangre. El hallazgo encendió las alarmas ciudadanas y llevó a las autoridades a descubrir lo que muchos sospechaban pero nadie denunciaba: la operación de un matadero clandestino que sacrificaba caballos y vacas sin control sanitario y los hacía pasar por carne de res.
La “fuga” fue literal y simbólica, se destapó la cloaca de un negocio millonario en Durango: la comercialización oculta de carne de caballo, que no solo engaña a los consumidores, sino que expone a la población a graves riesgos sanitarios.
El origen de la alcantarilla rojo sangre
Tras el llamado ciudadano, inspectores sanitarios encabezados por el titular de la Comisión de Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Durango (COPRISED) Saúl Fernández Saracho ingresaron al predio de donde provenía la sangre.
El panorama era dantesco: animales sacrificados sin medidas de higiene, desechos arrojados al drenaje, y un flujo constante de producción que funcionaba en las sombras.
El establecimiento fue clausurado de inmediato, el propietario trata de evadir una multa superior a las 16 mil UMAs, casi 2 millones de pesos.
El golpe abrió una cadena de inspecciones sin precedentes: la Comisión para la Protección contra Riesgos Sanitarios del Estado de Durango (Coprised) supervisó los 58 rastros formales de la entidad.
Como resultado se suspendieron dos de ellos, además de ordenar el cierre de 10 carnicerías y restaurantes donde se detectaron irregularidades, desde venta de carne de caballo como res, hasta procedimientos fuera de norma, además se han hecho 13 aseguramientos de producto, según lo dio a conocer Fernández Saracho.
Carne de caballo en México: entre lo legal y lo clandestino
Lejos de ser un producto marginal, la carne de caballo forma parte del mercado nacional. México cuenta con rastros autorizados para su sacrificio: dos en el Estado de México, cuatro en Chihuahua (tres de ellos mixtos) y tres en Zacatecas. Desde ahí se distribuye con controles sanitarios hacia distintos puntos del país.
El problema no es su consumo en sí —la carne equina tiene valor nutrimental y suele ser más económica—, la gravedad está en la venta clandestina que la disfraza como res. El engaño duplica el costo para el consumidor y vulnera las leyes.
Un estudio de la UNAM realizado en 2017 reveló que, de 433 establecimientos revisados en Ciudad de México, Chihuahua y Zacatecas, al menos 40 expendían carne de caballo como si fuera de res, principalmente en tianguis y supermercados de barrio.
Cómo reconocerla
El titular de la COPRISED señaló que la carne de caballo se distingue por su color marrón oscuro, una grasa amarillenta y una notable reducción al cocinarse, produciendo espuma y un olor distinto al de la res. Sin embargo, para el consumidor común, identificarla es complicado, lo que abre la puerta al fraude.
En lo económico, más allá del escándalo sanitario, el caso revela una distorsión grave en el mercado cárnico. La carne de caballo clandestina, al ser más barata que la de res y venderse como tal, representa una competencia desleal para productores y rastros formales, genera pérdidas millonarias por evasión fiscal y deteriora la confianza del consumidor.
Hasta ahora han sido imposibles de cuantificar los daños financieros, pero el presidente de la Unión Ganadera Regional de Durango, Rogelio Soto Ochoa indicó que del Rastro TIF que se tiene en la capital del estado, únicamente se abastece el 40% de la carne que se consume en la ciudad.