Esther Morales, la mexicana que alimenta a migrantes en la frontera con EU

La activista fue deportada antes de iniciar un programa de ayuda a migrantes
La activista fue deportada antes de iniciar un programa de ayuda a migrantes
Activista.La activista fue deportada antes de iniciar un programa de ayuda a migrantes
Twitter @moralesyo
Nación321
2022-07-12 |11:13 Hrs.Actualización11:13 Hrs.

Tras nueve deportaciones y 20 años en Estados Unidos, la mexicana Esther Morales ahora ofrece “comida calientita”, un proyecto con el que alimenta a migrantes de todo el mundo en albergues de la frontera norte de México que esperan un cambio en la política migratoria estadounidense.

Motivada por las necesidades que ella conoce en los refugios, en 2016 inició “Comida calientita”, iniciativa con la que entregaba una vez al mes alimentos en estos espacios, hasta que en 2020 recibió el patrocinio de la organización Al Otro Lado para hacerlo dos veces por semana.

Morales es originaria de Oaxaca, estado del sur de México de donde emigró en 1989 hacia Estados Unidos, como muchos de sus familiares lo habían hecho anteriormente, impulsados por la pobreza y las necesidades de su pueblo natal.

Durante dos décadas vivió en Los Ángeles, California, periodo en el que afrontó nueve deportaciones, pues su necesidad era tan grande, que en cuanto la regresaban a México se atrevía a regresar.”Tuve problemas con deportaciones hasta que me deportaron definitivamente y me quedé en Tijuana, una ciudad que no conocía”, contó a la agencia española EFE.

Su vida cambió en 2009, cuando en su último intento por regresar a la ciudad en la que se había quedado su hija, hoy una doctora en Psicología, las autoridades estadounidenses la detuvieron y llevaron a prisión, para luego deportarla definitivamente, lo que la llevó a Tijuana, una ciudad en la frontera norte de México que no conocía.

Esa situación la llevó a refugiarse en el albergue Madre Asunta para Mujeres, a unos 5 kilómetros del puente fronterizo de San Ysidro, donde conoció las necesidades y el hambre de ser migrante. Esto la motivó a emprender un negocio de comida que ahora lleva el nombre de La Antigüita, en el corazón de la ciudad.

Ahora, con el apoyo de la organización Humanizando la Deportación, colaboran incluso estudiantes de universidades de Estados Unidos que llegan para apoyar a la señora.A veces va a los albergues sola, pero son 12 los refugios que tiene en su lista, por lo que se organiza para recorrerlos al menos dos veces por semana, servir platillos a más de 200 personas en cada visita y llevarles su especialidad: tamales oaxaqueños.