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De la tragedia a la prevención: las enseñanzas que dejaron los grandes sismos a México

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Aprendizajes colectivos.México es conocido por ser uno de los países con más actividad sísmica del mundo, por ello cada vez hay más acciones de prevención, con el fin de preservar vidas
(Especial Nación321)

Estamos en septiembre, mes de las fiestas patrias, pero también un mes que los mexicanos recordamos con nostalgia y tristeza, pues grandes desastres ocurrieron durante estas fechas. Específicamente nos referimos a los terremotos del 19 de septiembre, pero de 1985 y 2017.

Ambos episodios mostraron la fragilidad de la vida y la importancia de tomar medidas preventivas ante un escenario sísmico, pues según datos oficiales, en el terremoto de 1985 murieron al menos 6 mil personas, mientras que en el de 2017, unas 369.

Y justamente estas cifras a la baja dan una idea de la importancia de tener una cultura de protección civil, que permita salvaguardar vidas en escenarios como los que lamentablemente ya vivió México. Es por ello que en Nación321, te contamos cómo ha avanzado el país en este ámbito, para hacer frente a desastres de esta naturaleza.


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Alerta sísmica. Es uno de los mecanismos que se ha desarrollado para salvar vidas y anticiparse a un sismo de gran magnitud (Cuartoscuro)

MÉXICO, UN TERRITORIO SÍSMICO

Para empezar, debemos recordar que México es conocido por ser uno de los países con más actividad sísmica del mundo.

Ubicado en el llamado ‘Cinturón de Fuego’, donde se registra gran parte de los movimientos telúricos a nivel mundial, México se ubica en la Placa Norteamericana, limitado en su porción sur y oeste, con las placas de Cocos, Rivera y del Pacífico.

Según estadísticas, se registran más de 90 sismos por año con magnitud superior a 4 grados en la escala de Richter y los estados con mayor riesgo y donde ocurren temblores de gran magnitud son: Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Estado de México y Veracruz.


En resumen, así recordamos los dos sismos ocurridos un 19S:

  • El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 horas, se produjo un sismo con magnitud de 8.1 grados en la escala de Richter, con epicentro en el Océano Pacifico, entre los límites Michoacán y Guerrero. Este movimiento provocó la mayor devastación urbana del siglo en el país, dejando al menos 6 mil muertos, según cifras oficiales, además al día siguiente registró una réplica de 7.6 grados.
  • El martes 19 de septiembre del 2017, a las 13:14 horas, se registró un sismo con magnitud 7.1 localizado en el límite entre los estados de Puebla y Morelos. La Ciudad de México, Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero y Oaxaca reportaron 228, 74, 45, 15, 6 y 1 muertos, respectivamente.
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Tragedia. El colegio Rébsamen, al sur de la CDMX, colapsó en el sismo de 2017 (Adolfo Vladimir)

LA PROTECCIÓN CIVIL

Aunque desde la época de la Nueva España existe registro de sismos que han pegado a México, las medidas preventivas también tienen esa antigüedad.

Por ejemplo, en 1787, con Manuel Antonio Flórez Maldonado como virrey, se registró un gran terremoto de 8.6 grados de magnitud, que golpeó principalmente a la capital del país. Tras la catástrofe el gobierno puso medidas como pena de muerte para quienes realizaran saqueos de casas abandonadas, además se buscó asegurar que todas las tiendas y comercios contaran con víveres suficientes.

Sin embargo, la Protección Civil en México, tal y como la conocemos ahora, surgió como una respuesta social y gubernamental, tras los sismos del 19 y 20 de septiembre de 1985.

De ello hay pruebas, pues en mayo de 1986, ocho meses después de los sismos de septiembre, se creó el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), con la finalidad de establecer un sistema que permitiera a las autoridades y a la sociedad civil coordinarse de una manera eficiente y rápida en caso de un desastre.

Del Sinaproc nació lo que hoy conocemos como la Coordinación Nacional de Protección Civil (CNPC), que forma parte de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) y es presidida por Laura Velázquez Alzua.

La dependencia, hoy está a cargo de ejercicios como los simulacros nacionales, así como la capacitación de personal de rescate y de autoridades para elaborar planes de emergencia.

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En la foto, Laura Velázquez Alzua, coordinadora nacional de Protección Civil (Galo Cañas Rodríguez)

EL SERVICIO SISMOLÓGICO NACIONAL

Nacido de un acuerdo entre 18 países, pactado en 1904, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) es la institución mexicana responsable de registrar, analizar y distribuir información sobre la sismicidad en México.

Fundado en 1910, y perfeccionado después de los sismos de 1985, el SSN pertenece a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y funciona operando una red de estaciones sismológicas en todo el país, que cada vez son más modernas.

Hoy, la información con la que cuenta el SSN permite monitorear prácticamente en tiempo real la actividad sísmica del país.

EL CENAPRED

El 11 de mayo de 1990 abrió sus puertas, en Ciudad Universitaria, el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

Su origen se remonta al decreto del 20 de septiembre de 1988 -emitido en respuesta a los sismos de 1985- y al establecimiento del Sistema Nacional de Protección Civil en 1986, donde se contempla la creación de un organismo técnico y científico especializado en la prevención de desastres.

Uno de los pilares fundamentales del Cenapred ha sido el monitoreo permanente de los fenómenos naturales que amenazan el territorio nacional, a fin de diseñar estrategias que eviten pérdidas humanas.

En sí, este organismo evalúa el impacto socioeconómico de los desastres y genera políticas públicas sobre gestión del riesgo.

LA SOLIDARIDAD... Y LOS ‘TOPOS’ MEXICANOS

Si algo caracteriza a los mexicanos, es su solidaridad y empatía en momentos de crisis. Un ejemplo de ello es la historia de los ‘Topos’, un grupo de voluntarios expertos en rescate de personas, que tuvieron su origen tras el devastador terremoto de la Ciudad de México en 1985.

Los ‘primeros Topos’ fueron un grupo de vecinos, trabajadores y voluntarios de la zona de Tlatelolco, que comenzó a organizarse para buscar sobrevivientes entre los escombros.

No eran profesionales en rescate, pero sí personas con un profundo deseo de ayudar, a quienes apodaron los 'Topos’ debido a su capacidad de adentrarse en las zonas más estrechas y complicadas.

Gracias a ellos, muchas vidas se salvaron y a otros mexicanos les ayudaron en su derecho de preservar su identidad hasta la muerte, localizando sus cuerpos.

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Los 'primeros Topos' (AGN)

Tras la tragedia de 1985, los ‘Topos’ comenzaron a organizarse formalmente en equipos especializados y surgieron diferentes grupos a lo largo del país, aunque luego se unieron en una organización sin fines de lucro conocida como ‘Topos de México’.

A lo largo de los años, los ‘Topos’ han seguido capacitándose y apoyando en desastres tanto dentro como fuera de México, llegando a realizar rescates en lugares como Chile (después del terremoto de 2010), Haití (tras el terremoto de 2010), Japón (después del tsunami de 2011), entre otros.

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Rescatistas. 'Los Topos' nacieron en 1985, como resultado de las labores de rescate del sismo del 19 de septiembre. (Cuartoscuro)

LECCIONES COLECTIVAS

Con el paso de los años, los mexicanos también hemos ido desarrollando habilidades y métodos para preservar la vida ante un siniestro.

Por ejemplo, en las escuelas y centros de trabajo se han desarrollado simulacros que han hecho identificar a los ciudadanos las mejores formas de cuidar su vida.

Por ejemplo, ahora sabemos que si estás en planta baja, primer y segundo nivel de un edificio, lo mejor es evacuar el lugar considerando los riesgos externos como la caída de vidrios, los cables, los árboles y las fachadas viejas.

A partir del tercer piso y más arriba, organismos como Cenapred han apuntado que es mejor que te repliegues a un lugar seguro, que esté alejado de áreas donde pudiera haber caída de vidrios u objetos que puedan dañarte.

Además, se ha difundido ampliamente el método de tener a la mano una mochila de emergencia, con un kit básico para poder sobrevivir durante al menos 72 horas, el tiempo estimado que podría tomar que los servicios de emergencia lleguen a ciertas áreas después de un desastre.

En estas mochilas se pide incluir radios y lámparas de pilas, baterías, alimentos que no se descompongan, herramientas, elementos de un botiquín médico, así como agua y documentos de identificación.

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Artículos que no deben faltar en la mochila de emergencia

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