Hasta antes de los hallazgos paleontológicos en la Base Aérea de Santa Lucía, en el Estado de México, se creía que solo existieron dos especies de mamuts en América: el lanudo, que habitó latitudes altas del continente, desde la frontera de Estados Unidos con Canadá hasta Alaska; y el colombino, que pobló de Canadá a Costa Rica.
Sin embargo, una investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sugiere que en México hubo un linaje de esta especie que no empataba genéticamente con los datos de los ejemplares estadounidenses y colombinos.
El trabajo de Federico Sánchez Quinto, del Laboratorio Internacional de Investigación sobre el Genoma Humano (LIIGH) de la UNAM, y su equipo, dan muestra de otro tipo de mamut que habitó en nuestro país y se sigue la investigación sobre su raíz.
“Por primera vez incorporamos información de latitudes tropicales al muestreo geográfico, y encontramos que los mamuts de la cuenca de México tienen linajes mitocondriales muy diferentes a los reportados con anterioridad de Estados Unidos y Canadá”, señala en un estudio.
Los hallazgos fueron publicados por la revista Science en el artículo titulado Columbian mammoth mitogenomes from Mexico uncover the species, y se desprenden de un trabajo liderado por la UNAM que forma parte de un proyecto interdisciplinario e interinstitucional mucho más amplio en el que la Universidad colabora con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y el Centro de Paleogenética de Suecia.
Durante la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (de 2019 a 2022) en la antigua base aérea militar de Santa Lucía, Estado de México, fueron descubiertos más de 70 mil fósiles de megafauna extinta.
Se identificaron caballos, camellos, bisontes, perezosos gigantes y mamuts (a éstos se les asocian arriba de 20 mil huesos), entre otros.
“Hasta hoy, es la colección de paleofauna más importante de América Latina”, comentó Rubén Manzanilla, arqueólogo del INAH y responsable de los rescates.
La cantidad de restos y la posibilidad de acceder a ellos poco después de su excavación y curación fueron clave para recuperar el ADN presente en los molares, añadió Sánchez, quien recordó la sorpresa que les ocasionó el análisis genético.
“Esperábamos, a priori, que se parecieran mucho a los mamuts colombinos de Canadá y Estados Unidos, pero resultaron muy distintos. Dada la nomenclatura previamente publicada, lo nombramos clado (grupo) 1G”, el cual se divide en tres sublinajes: 1G.1, 1G.2 y 1G.3.
La diferencia entre los tres es tan marcada como la de todo el clado de los mexicanos y los de Estados Unidos y Canadá. Dicha divergencia podría explicarse con el surgimiento de la especie.
“Quizá el proceso de hibridación que les dio origen se llevó a cabo con una población de hembras lanudas en las que había una variación en el ADN mitocondrial (ADNmt) muy distinta una de otra. Una primera oleada de esa diversidad, posiblemente, llegó a la cuenca de México”, agregó el experto.
La datación de los restos apunta a una antigüedad de 12 mil a 20 mil años, lo que indica que estos mamíferos cohabitaron la zona hacia finales del Pleistoceno.
“Conforme la Tierra se calentó tras el último glaciar máximo, la diversidad genética de lanudos de latitudes altas decayó por el rápido cambio en su ecosistema. En el caso de los de la cuenca, durante sus últimos 40 mil años, los tamaños poblacionales fueron pequeños, pero con una trayectoria constante, es decir, parece que no hubo un declive tan pronunciado como en los lanudos del este de Siberia”, detalló.
El académico subrayó que esa información es valiosa porque concuerda con reportes de especímenes de mamuts en la cuenca con malformaciones. “Una población reducida pudo provocar endogamia y dar pie a enfermedades congénitas. No obstante, las inferencias de su trayectoria demográfica deben ser confirmadas utilizando ADNmt de muestras más actuales”.
Con información de Gaceta UNAM