El sharenting, término que proviene de share (compartir) y parenting (crianza), describe la práctica de publicar de manera frecuente fotos, videos o información sobre los hijos en internet.
Aunque muchos padres lo hacen con la intención de compartir momentos familiares, especialistas advierten que esta tendencia puede tener efectos negativos a corto y largo plazo.
Un análisis publicado por la Universidad Iberoamericana, a cargo de la académica Cristina Curiel Castelazo, señala que el sharenting no se limita a subir imágenes, sino también a difundir datos como cumpleaños, aficiones, la escuela o la zona donde viven los menores.
De acuerdo con la investigadora, esta conducta crea una “huella digital” sin el consentimiento de los niños, quienes en muchos casos ni siquiera entienden qué son las redes sociales.
Las consecuencias pueden ir desde bullying y ciberacoso hasta robo de identidad, fraudes electrónicos o el uso de fotografías en contextos de explotación sexual infantil.
“Los niños y niñas tienen derecho a la privacidad y a la intimidad, y no tienen aún edad suficiente para comprender las consecuencias de compartir su información en redes e internet”, advierte Curiel.
Por su parte, UNICEF ha retomado las investigaciones de la experta Stacey Steinberg, quien subraya la importancia de considerar la opinión de los menores antes de publicar cualquier contenido.
“Cuando compartimos información sobre nuestros hijos en línea sin implicarlos en esa decisión, desaprovechamos una excelente oportunidad para enseñarles con un ejemplo la noción de consentimiento”, explica.
Steinberg advierte que la sobreexposición digital también puede distorsionar los recuerdos de la infancia, pues lo que queda en redes sociales termina moldeando la manera en que los niños interpretan su pasado. A esto se suman los riesgos de que imágenes sean reutilizadas de forma ilícita o convertidas en memes virales.
Las cifras muestran la magnitud del fenómeno: en Estados Unidos, más de 50% de los menores ya aparecen en redes sociales antes de cumplir los cinco años, con un promedio de mil imágenes publicadas.
Tanto la Universidad Iberoamericana como UNICEF coinciden en la necesidad de que padres y madres activen filtros de privacidad, eviten difundir fotos embarazosas o íntimas y se pregunten siempre cómo podría sentirse el menor con la publicación.
“Nuestros hijos son la primera generación que ha crecido con una presencia en línea. Nosotros somos la primera generación de papás y mamás que crían a sus hijos en la era de las redes sociales, y esa es una tarea difícil”, concluye Steinberg.