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¿Dónde es más probable morir por un rayo en México? La UNAM responde

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(Shutterstock)

De 1998 a 2021, más de 2 mil 400 personas fallecieron en el país por descargas eléctricas; las comunidades rurales son las más vulnerables.

Aunque los rayos son una de las principales causas de muerte por fenómenos meteorológicos en México, su peligro suele pasar desapercibido, en especial en las comunidades rurales. De acuerdo con datos oficiales, entre 1998 y 2021 se registraron 2 mil 470 muertes en el país a causa de descargas eléctricas.


Para entender mejor este riesgo, investigadores del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM elaboraron el primer mapa que combina datos climáticos con factores sociales, con el fin de identificar las zonas con mayor vulnerabilidad frente a este fenómeno.

El estudio, publicado en inglés en la revista Weather, Climate, and Society, muestra que los estados con más decesos por rayos son Estado de México (539), Oaxaca (206), Michoacán (168) y Guerrero (133). En municipios mexiquenses como Villa Victoria, San Felipe del Progreso e Ixtlahuaca se concentra un número importante de casos.

Según explicó Alejandro Jaramillo Moreno, uno de los autores del trabajo, las tormentas eléctricas se presentan con frecuencia en regiones montañosas como la Sierra Madre Occidental y el centro-sur del país, especialmente durante la temporada de lluvias. Sin embargo, la alta mortalidad asociada no sólo responde a factores naturales, sino también a condiciones sociales.

“En muchas localidades rurales las viviendas carecen de sistemas de protección como pararrayos, y las personas desconocen cómo actuar durante una tormenta eléctrica. Además, el acceso limitado a servicios médicos complica la atención tras un accidente”, señaló el académico.

El mapa elaborado por la UNAM también evidencia que en estados como Oaxaca y Chiapas las muertes por rayos ocurren de forma dispersa, reflejando la amplia distribución de comunidades vulnerables en esos territorios.

En términos generales, las víctimas suelen ser personas que se encuentran al aire libre durante una tormenta o que buscan refugio bajo árboles, lo que incrementa el riesgo de recibir una descarga directa o una corriente inducida. También se han documentado casos de muertes en viviendas que no cuentan con pararrayos.

Aunque las cifras de mortalidad han disminuido en las últimas décadas —en parte por la migración a zonas urbanas más protegidas—, el riesgo persiste. Mientras que en países desarrollados la tasa de mortalidad es inferior a 0.5 muertes por millón de habitantes, en México solía superar las 5 muertes por millón hace apenas unas décadas.

El estudio subraya la necesidad de fortalecer la educación preventiva, adaptar los protocolos de protección civil y garantizar que la información llegue de manera accesible a las comunidades más expuestas, incluso en lenguas originarias.

“Este es un riesgo silencioso que necesita mayor atención por parte de las autoridades y de la sociedad”, concluyó Jaramillo.

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