El pasado jueves 10 de julio, la activista Ceci Flores denunció el hallazgo de restos humanos en un predio de la alcaldía Cuauhtémoc, tras lo que intervino la alcaldesa, Alessandra Rojo de la Vega.
Sin embargo, este viernes, desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo señaló que hay una “alta probabilidad” de que una serie de restos óseos sean osamentas que quedaron del antiguo Panteón Santa Paula, sobre el que se fundó la colonia Guerrero.
Por su parte el asesor político de la Coordinación de Comunicación Social de Presidencia, José Alfonso Suárez del Real, quien fue exsecretario de Cultura de la CDMX, indicó que este panteón fue muy famoso, pues albergó los restos de personajes importantes en nuestro país.
"Ahí estuvo enterrada, por ejemplo, Leona Vicario, el propio presidente Guadalupe Victoria (...) y algo muy importante, la ‘pata’ de Antonio López de Santa Anna", reveló.
Y afirmó que “cada vez que Santa Anna tomaba el poder iban y enterraban la pierna, le hacían honores. Cuando lo derrocaban o destituían, el pueblo iba y sacaba la ‘pata’ y la paseaban por toda la ciudad, entonces la guardaban en algún domicilio y cuando [él regresaba al poder] la volvían a enterrar”.
Pero... ¿cuál es la historia de este panteón?
Primero es importante aclarar que dicho cementerio fue fundado en el siglo XVIII y que quedó en desuso tras el sismo de 1858, donde se edificó lo que hoy conocemos como la colonia Guererro.
El Panteón Santa Paula, clausurado hace más de un siglo, fue uno de los cementerios más relevantes de la Ciudad de México.
Se construyó en 1786, surgió como respuesta a la epidemia de viruela de 1779 que causó más de 40 mil muertes.
El arzobispo Alonso Núñez de Haro y Peralta promovió su creación para ofrecer un lugar de sepultura a las víctimas, especialmente aquellas de escasos recursos. Este cementerio no solo albergó a los fallecidos por enfermedades, sino también a soldados y personajes históricos, convirtiéndose en un lugar de gran significado cultural y social.
Durante el siglo XIX, recibió los cuerpos de víctimas de epidemias como el cólera y el tifus, así como soldados muertos en la intervención estadounidense. Entre sus inquilinos ilustres se encuentran figuras como Leona Vicario, considerada la Benemérita Madre de la Patria, y varios presidentes de México.
Un episodio insólito de su historia es el entierro de la pierna amputada de Antonio López de Santa Anna, en 1842, quien la hizo sepultar con honores tras perderla en la Guerra de los Pasteles. Sin embargo, años después, su pierna fue exhumada y arrastrada por las calles en un acto de protesta, reflejando la polarización política de la época.
El Panteón Santa Paula fue clausurado de manera definitiva en la segunda mitad del siglo XIX, tras un sismo en 1858 y las reformas urbanas que impulsaron la secularización de los cementerios. A pesar de las órdenes de desalojo, miles de cuerpos quedaron sin ser trasladados, incluyendo los de aproximadamente dos mil personas en la sección conocida como Santa Marta.
A partir de 1904, el área del panteón fue transformada, y para el siglo XX se fragmentó y reutilizó para diversos fines. Durante los años siguientes, el sitio se convirtió en un espacio de oficinas, fábricas y comercios, borrando casi por completo la memoria del antiguo cementerio.