Armando Regil Velasco: Mi terremoto

Leo ayudó a las víctimas del sismo y después falleció asesinado en un asalto
Leo ayudó a las víctimas del sismo y después falleció asesinado en un asalto
Un héroe.Leo ayudó a las víctimas del sismo y después falleció asesinado en un asalto
Especial
autor
Armando Regil Velasco
Fundador y Chief Creative Officer de i2Co: School of Transformative Leadership
2017-10-11 |22:09 Hrs.Actualización07:41 Hrs.

El asesinato de un héroe que pasó sus últimas horas salvando vidas y ayudando a tantos nos ha sacudido a todos los que NO queremos volver a ese México violento, indiferente e injusto cuando ya nos demostramos que somos capaces de amarnos más allá de nuestras diferencias y actuar de manera natural: ayudándonos unos a otros.

Querido primo hermano Leo,

Apenas hace unos días estabas rodeado de tantos héroes anónimos que, como tú, ayudaron incansablemente con una sonrisa, llenos de vida y de luz buscando vidas bajo los escombros, tratando de ayudar día y noche después del terremoto del 19 de septiembre.

Este lunes, mientras caminabas tranquilo por una calle de la Ciudad de México, fuiste víctima de un asalto, como los que sufren miles de ciudadanos en este país y una persona que simplemente no conocía el amor ni de que tamaño era tu corazón, sin dimensionar las consecuencias de lo que hacía ni el dolor que causaría a una familia y a todos los que te conocimos y amamos, te disparó y te quitó la vida.

Al recibir la noticia de tu partida tan repentina y en esa forma sentí que todo se movía y desvanecía. Tu ausencia dejó un dolor y un vacio profundo en mi corazón imposible de entender y de llenar. ¿Quién se habría atrevido a quitarle la vida a un hombre de 44 años, lleno de ánimo, de planes, de ilusiones, con una familia que te ama y te necesita?

¿Quién podía matar a un ser humano que dedicó sus últimos días a salvar vidas, a no dormir ni comer con tal de encontrar a personas y mascotas atrapadas bajo los escombros? La razón no alcanza a responder ni comprender porque te fuiste en este momento y en esa forma, pero el corazón me permite ver mucho más allá y me reconforta.

Los días posteriores al terremoto sentimos que empezábamos a vivir en un país distinto, renovado, donde el amor estaba venciendo al odio y la solidaridad era nuestra mayor fortaleza. De pronto, la violencia nos arrebató tu vida en plenitud. Pasaste de ser rescatista a ser víctima, no por un desastre natural sino por la maldad de otra persona. Me duele profundamente que no sólo eres tu querido primo, son muchos Leos que todos los días mueren en nuestro México porque no hay seguridad ni justicia, porque nos hemos equivocado al elegir malos “líderes” que sirven poco o no sirven.

¿Cómo quitarle la vida a quién arriesgó la suya por salvar a mexicanos que no conocía? Un ser humano excepcional que se entregó completamente a los demás de la manera más noble y con el amor más grande. Después del terremoto hemos deseado que todo cambie, que todos seamos más amables con cualquier desconocido porque quizás sea quien pueda salvarnos la vida. Tú lo hiciste con muchos y ya tienes tu recompensa en el cielo. 

Gracias querido Leo por demostrarnos que cuando actuamos desde el corazón, somos capaces de borrar cualquier prejuicio o diferencia y ponernos por encima de todo lo que nos divide. Así lo viviste junto a miles que simplemente se olvidaron de sí mismos para entregarse completamente a los demás. Gracias al amor de mexicanos como tú, hemos sentido alivio y consuelo en medio del dolor.

Es verdad que siempre buscabas reconocimiento porque eras carismático y un imán para muchos. Pero esta vez nos enseñaste que al hacer un vacío en ti, entregarte completamente y dejar de verte para ver a los demás, no sólo salvaste a muchos sino que serviste de una manera heroica y eso, te ganó el mayor reconocimiento de tu vida.

Tú has sido en estas últimas horas mi terremoto. Me sacudiste hasta lo más profundo del corazón y del alma demostrándome que la fuerza más poderosa, la de mayor magnitud e intensidad es el amor, el que fue tu motor, tu esencia y tu fortaleza. Sólo en el amor incondicional somos capaces de aplastar el ego, la vanidad y la soberbia, tres trampas que nos impiden ver a los demás por querer vernos primero y por encima de todo.

Porque al escuchar a tus amigos brigadistas dimensioné de que tamaño fue tu entrega y tu pasión, la huella indeleble que dejas en todos los que sentimos tu corazón latir, todos los que fuimos conquistados por tu sonrisa y tu buen humor.

Querido primo, te fuiste como un héroe porque antes de partir nos recordaste que esta vida  sólo tiene sentido cuando vivimos para los demás, cuando somos capaces de despojarnos de nuestro yo para vivir el nosotros. No fue necesario que nos tomáramos un café para que me lo contaras, tu vida, hasta el último instante, fue tu mensaje. Tu entrega y tu amor a quienes más te necesitaron hoy es tu mayor legado.

Bajo los escombros quedan los rencores, las envidias, los celos, los corajes, los malos recuerdos y las tristezas pues me enseñaste que no vale la pena cargar con ellos. Antes de partir tu vida llena de luz nos dejó un mensaje a todos los mexicanos que no queremos volver a la (a)normalidad que reinaba antes del terremoto, a esa indiferencia e incomprensión que nos lleva a vernos tan distintos y distantes. No queremos vivir en un México violento que nos arrebate a nuestros seres más amados como tú pues todos somos vulnerables.

Gracias primo por sacudir mi vida y enseñarme que el tiempo es muy corto, que estamos de paso y que no vale la pena perder el tiempo cuando cada minuto es sagrado e irremplazable. Tus amigos brigadistas me contaron cómo en los momentos más tristes y oscuros fuiste capaz de sacarles una sonrisa, de reconfortarlos, de darles luz y ánimo para no dejarse vencer por el miedo, ni el cansancio ni la tristeza. Verlos montar una guardia de honor, aplaudirte con ellos durante un minuto y guardar otro de silencio fue una forma de despedirte como el héroe que fuiste para muchos durante estos últimos días.

Querido Leo, hoy, México necesita muchos más mexicanos como tú. Honraré tu vida buscando y rescatando a toda persona que encuentre necesitada, a todo mexicano que esté sufriendo bajo los escombros de la pobreza, la injusticia, la corrupción. Te fuiste en tu mejor momento que es también el mejor momento de nuestro amado México pues hoy el país no sólo renace y se reconstruye gracias a mexicanos como tú sino que la energía latente de ese amor que todo lo puede, permanecerá vibrando porque pase lo que pase, no dejaremos de luchar ni nos soltaremos. No nos cansaremos como tú nunca te cansaste de ayudar. Te lo prometo.

Querido primo, te amaré siempre, un abrazo de corazón a corazón hasta el cielo, ahí donde algún día habremos de reencontrarnos después de una vida que, tal como nos enseñaste, haya valido la pena.  Doy gracias a Dios por tu vida. Hasta pronto.